El mal, la macroeconomía y el nacionalsocialismo
En-claves del pensamiento
Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, División de Humanidades y Ciencias SocialesEl presente artículo aborda la cuestión ética del nazismo desde el punto de vista de las relaciones sociales de producción. Esto supone vincular la puesta en marcha de la ideología fascista con sus condiciones económicas. En este sentido, la principal propuesta del trabajo consiste en resaltar el hecho de que crímenes como los cometidos por el régimen nazi no solo son posibles con base en una monstruosa formación burocrática, sino también a partir de una dinámica de producción e intercambio sumamente permisiva. No obstante, la autonomía que sobre el factor ideológico del fenómeno se pueda reclamar enfrenta límites muy estrictos. En el caso del 'nacionalsocialismo', tales límites quedaron de manifiesto en el abatimiento de la demanda, el incremento de la deuda y la inhibición del uso productivo del capital. Es como si el Mal se hubiera encarnado a costa de mermar sus condiciones de posibilidad.

			El
Sin embargo, un planteamiento de este tipo se antoja un poco demasiado reduccionista; en primer lugar, porque parte del punto de vista unilateral del 'crecimiento económico', que no es de suyo un indicador del beneficio o perjuicio hecho sobre una población. Como veremos, algunos de los índices macroeconómicos alcanzados bajo el nacionalsocialismo en Alemania (el PIB, el pleno empleo, etc.) han hecho que más de uno confunda la administración de Hitler con un
En cualquier caso, seguimos echando de menos algún criterio de evaluación moral para la gestión macroeconómica. Y podría sospecharse que esto se debe a que la toma de decisiones en esta materia está guiada por los más grises criterios tecnocráticos, acaso sesgados por mezquinos intereses de clase, pero nunca motivados por una voluntad cruel e inhumana que busque hacer deliberadamente
Eichmann,
Pero, ¿cabría decir lo mismo de Hjalmar Schacht, el
La tarea de la macroeconomía es dar salida a los flujos de capital. Esta misión es especialmente compleja en los periodos de contracción económica. Sabemos que, en 1929, la merma en la economía alemana tuvo que ver en gran medida con la retirada de capital norteamericano. Esto conllevó la pérdida del respaldo estadounidense con miras a la renegociación de las reparaciones de guerra estipuladas en el Tratado de Versalles. Luego de la derrota de 1918, la solvencia del Reich quedó en tela de juicio, como admitió su flamante Canciller Gustav Stresemann. 'Pero los individuos privados, las grandes corporaciones, son todavía dignas de crédito',

			

				

				En
Por supuesto, Hitler se abrió camino, pero no esencialmente gracias a que su burda
La explicación más a la mano sostiene, pues, que la crisis económica del 29 presionó a favor del ascenso del nazismo, en el entendido de que la específica propuesta de Hitler en materia de política económica es la que se habría ganado el apoyo de un creciente sector popular (para nada unánime ni notablemente mayoritario). De alguna forma, esta tesis se apoya en la estratificación de los éxitos electorales del NSDAP a partir de 1930.

		En efecto, como nos recuerda Philippe Burrin, 'El partido nazi, que era insignificante en 1928, ya que ese año obtiene el 2,6 por 100 de los sufragios expresados, conoce con la llegada de la crisis un progreso espectacular: un 18,3 en septiembre de 1930; 37,3 en julio de 1932 y 43,9 por 100 en marzo de 1933'.

			

				

				

					
La clase capitalista tenía, por su parte, razones de sobra para
La experiencia de los últimos catorce años [desde 1918] ha mostrado que 'la empresa privada no puede sostenerse en la época de la democracia'. Los negocios están, antes que nada, fundados en los principios de la personalidad y del liderazgo individual. La democracia y el liberalismo conducen inevitablemente a la democracia social y al comunismo. Tras catorce años de degeneración, había llegado el momento de resolver las fatales divisiones dentro del cuerpo político. Hitler no tendría piedad hacia sus enemigos de la izquierda. Era el momento de 'aplastarlos completamente'. La siguiente fase en la lucha empezaría después de las elecciones del 5 de marzo. Si los nazis pudieran obtener treinta y tres asientos más en el Reichstag, entonces las acciones en contra de los comunistas estarían amparadas por 'medios constitucionales'. Pero, 'independientemente del resultado, no habría retirada… si las elecciones no podían decidirlo, la decisión debería llegar incluso por otros medios'.

			

				

				Tooze,
Cabe recordar, en este sentido, la advertencia que en su momento soltó Trotsky: 'Obreros comunistas, […] si el fascismo llega al poder, pasará como un temible tanque sobre vuestros cráneos y vuestros espinazos'.

			

				

				Trotsky,
Podría resultar tentador, a este respecto, intentar
A pesar de la preeminencia teórica que tiene la
Como vimos, Hitler ascendió al poder un poco por la fuerza, un poco por astucia electoral, un poco por inflar las fantasías pequeño-burguesas, y un poco bastante merced a sus pactos con el gran capital.

			

				

				Con todas las divergencias que podamos tener con él, este pacto lo reconoce incluso el mismo Rousso: 'Durante los primeros años del régimen, los industriales se conformaron bastante bien con la nueva situación, hasta el punto de pactar una alianza tanto con el Estado y el partido como con el Ejército'. Henry Rousso, '¿El gran capital apoyó a Hitler?', 46. De hecho, el mismo Rousso hace mención de la famosa reunión del 20 de febrero de 1933.

			33 En lo que se refiere a los compromisos adquiridos con las clases medias (campesinos y pequeños empresarios) sabemos que la merma del salario real

			

				

				Algo notable del periodo nazi es que, a partir de 1933, el salario real no dejó de disminuir. De 1933 a 1935 disminuyó 5%, mientras que de 1935 a 1938 todavía 2 por ciento.
Sobra decir, por supuesto, que el único compromiso que el nazismo hizo con el proletariado fue el 'pleno empleo', y que ese compromiso sí que pudo 'cumplirse' (con todas las comillas del caso) en 1936.

			

				

				Para 1932, existían 5.6 millones de desempleados; para 1936, restaban 1.6. Pero todavía hasta 1938, el desempleo se redujo hasta 0.4.
A las firmas capitalistas Hitler supo cumplirles, en cambio, con creces. Comenzando por el hecho de que -independientemente de lo que deba pensarse de la relación entre nazismo y capital- las grandes firmas pudieron consolidar su monopolio y amasar jugosas ganancias. 'Con respecto a esto las estadísticas hablan solas', decía Mandel.

			

				

				Mandel,
el capitalista se apropiará de una parte mayor del producto anual del trabajo bajo la categoría de capital […]. Sin embargo, esto condiciona al mismo tiempo la concentración del capital, puesto que ahora las condiciones de producción imponen el empleo masivo del capital. Asimismo, condiciona su centralización, es decir que los capitalistas grandes devoren a los pequeños'.

			

				

				Marx,
En este sentido, el régimen nazi no hizo otra cosa que consignar
Como dice Marx, sin embargo, 'este proceso [de centralización y concentración] pronto provocaría el colapso de la producción capitalista, si no operasen constantemente tendencias contrarrestantes'.

			

				

				Marx,
Si volvemos la mirada al período de Weimar, resultará sin duda contrastante el aparatoso despliegue de la inversión pública y privada durante el nazismo en comparación con la severa política deflacionista (o de
Un estudio del Buró Nacional de Investigación Económica (NBER, por sus siglas en inglés)

			

				

				
De su predecesor, el Genral Schleicher, Hitler heredó un programa de creación de empleo a crédito completamente desarrollado, que tenía presupuestado ya 600 millones de Reichsmarks. Ningún céntimo de este dinero se había gastado para el momento en que Hitler tomó la oficina. El comienzo del rearme y de la creación de empleo significó, consecuentemente, en gastar el dinero de Schleicher. Doscientos de los 600 millones fueron apartados para los objetivos del Reich, de los cuales 190 millones fueron destinados al gasto militar; 200 millones fueron gastados por los gobiernos locales. El resto se desembolsó en la mejora de la tierra agrícola.

			

				

				Tooze,
Por supuesto, los recatos antinflacionistas que pudo haber tenido el plan económico del régimen nazi pudieron ser puestos entre paréntesis cuando se trataba del rearme. Mimetizando la estrategia de Schleicher para la creación de trabajo civil, Hjalmar Schacht confeccionó un sistema de financiamiento fundado en la emisión de pagarés signados por la Sociedad de Investigación Metalúrgica Ltda. (la infame Metallurgischen Forschungsgesel Ischaft mbH, o Mefo GmbH, por sus siglas en alemán). La sociedad se formó
Las acaloradas y malévolas aspiraciones políticas de Hitler estaban, pues, montadas sobre relaciones sociales capitalistas (que el régimen dejó intocadas), de modo que aquéllas sólo podrían realizarse en la medida en que éstas se lo permitieran. Entonces, ¿condujo el sistema capitalista a la instauración del terror fascista? Expresada la pregunta de este modo, y si con ella se quiere sugerir que el capitalismo tiene al fascismo como su inevitable destino, habrá que responder -junto con Rousso- con una rotunda negativa: 'no es posible pretender hoy día que fue el sistema capitalista el que condujo Alemania al fascismo'.

			

				

				Rousso, ¿El gran capital…?, 39.

			50 Para ser justos, Rousso está tomando distancia del supuesto (se sugiere que 'marxista', pero, en realidad, no queda claro de quién) de que los capitalistas que apoyaron a Hitler pudieron haber tenido algún interés
Dicho esto, podríamos estar de acuerdo con Carrasco-Conde cuando dice: 'Un Estado criminal no emerge de la nada por voluntad de un hombre, sino que se sustenta en la red de relaciones entre los seres humanos con su entorno'.

			

				

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					Burrin, Philippe. “¿Todos los alemanes eran nazis?”. En , 119-124. Ed. Ian Kershaw, trad. de Cristina Gutiérrez Iglesias. Madrid: Biblioteca Nueva , 2012.Philippe Burrin, '¿Todos los alemanes eran nazis?', en Kershaw,
Trotsky, por ejemplo, lo reconocía abiertamente en 1932: 'El hecho de que los reformistas tengan preponderancia en las empresas y los comunistas en los parados paraliza a ambas partes del proletariado'. Trotsky, León. . Trad. de Mariano Fernández Enguita y Jesús Pérez Magallón. Barcelona: Fontamara, 1980.León Trotsky,
Burrin, '¿Todos los alemanes eran nazis?'
Cuestión que 'opone [a Hitler] a los elementos obreristas que dominan en un principio al partido'. Kershaw, 'Y el monstruo…', 59.

			Parece ser que, bajo el término 'marxismo', la ideología nazi comprendía laxamente un abigarrado conjunto de posiciones mínimamente socialistas, un poco a la manera en que ahora se utiliza el término 'marxismo cultural' en medios conservadores. Sobre esto, cf. Peralta, Yankel. “El ‘marxismo cultural’ y la ‘corrección política’ como pseudo-conceptos”. (13 de enero, 2020). .Yankel Peralta, 'El 'marxismo cultural' y la 'corrección política' como pseudo-conceptos',
Kershaw, 'Y el monstruo empezó a fascinar', 69.

			Ibidem.

			Vale la pena señalar que Rousso define el punto de vista de su argumento en polémica con el marxismo, pero justamente a partir del tipo de preguntas que el marxismo proscribe por irrelevantes. Cito la observación de Mandel a la que aludí al comienzo del texto: 'Resulta sorprendente constatar la debilidad argumental con que la mayor parte de los teóricos burgueses se aproximan a la cuestión de saber qué nivel, si el político o el económico, era preeminente; cuestión que, por otra parte, juega un importante papel en el debate sobre la teoría del fascismo. Provistos de una penosa pedantería intentan explicar esta o aquella acción del régimen hitleriano preguntándose cosas como: '¿Era ese el interés del gran capital?' '¿Era contrario a los deseos explícitos de los capitalistas?' Nunca se preguntan la cuestión fundamental: ¿el régimen fascista, niega o verifica las leyes inmanentes que rigen el desarrollo del modo de producción capitalista?' Ernest Mandel,
Tooze,
Trotsky,
Tooze,
Philippe Burrin, 'El Führer en el sistema nazi', en

					Overy, Richard. . Londres: Macmillan, 1982.Richard Overy,
Cf.
Mandel,
Con todas las divergencias que podamos tener con él, este pacto lo reconoce incluso el mismo Rousso: 'Durante los primeros años del régimen, los industriales se conformaron bastante bien con la nueva situación, hasta el punto de pactar una alianza tanto con el Estado y el partido como con el Ejército'. Henry Rousso, '¿El gran capital apoyó a Hitler?', 46. De hecho, el mismo Rousso hace mención de la famosa reunión del 20 de febrero de 1933.

			Algo notable del periodo nazi es que, a partir de 1933, el salario real no dejó de disminuir. De 1933 a 1935 disminuyó 5%, mientras que de 1935 a 1938 todavía 2 por ciento.
Mandel,
Para 1932, existían 5.6 millones de desempleados; para 1936, restaban 1.6. Pero todavía hasta 1938, el desempleo se redujo hasta 0.4.
Mandel,
Marx,
'Dado que todo el aparato de control estaba diseñado para limitar las importaciones alemanas, tuvo el efecto de eliminar virtualmente la competencia extranjera de los mercados alemanes. Nada que pudiera producirse en casa era importado, y eso significaba virutalmente cualquier producto manufacturado'. Tooze,
Tooze,
Marx,
Bologna,
'El Partido de Hitler se llama a sí mismo socialista; sin embargo, lleva una lucha terrorista contra todas las organizaciones socialistas. Se llama a sí mismo partido obrero; sin embargo, sus filas abarcan a todas las clases excepto al proletariado'. Trotsky, 'El rompecabezas alemán', en
Tooze,
La hemorragia áurea comenzó en los primeros meses de 1933 cuando un fondo aproximado de 900 millones de Reichsmarks en oro se precipitó hasta por debajo de los 100 millones para el primer trimestre de 1935.
Rousso, ¿El gran capital…?, 39.

			Arendt,
Dicho lo cual, el interés capitalista de clase también podría servirse de cualquier ideología aparentemente socialista siempre que ello suponga la contención de la lucha de clases a favor de la acumulación de capital. Sobre este tema, para el caso concreto de América Latina, véase Petras, James, y Henry Veltmeyer. . México: Lumen, 2009.James Petras y Henry Veltmeyer,
Carrasco-Conde,
Bologna,
Un resumen de la lucha 'normal' en contra del fascismo durante Weimar se encuentra en Bologna,
Carrasco-Conde,
En Bologna,